miércoles, 9 de marzo de 2016

Vivir de perdedora II: fotografías en las redes sociales

   De quinceañera, sólo recuerdo un par de imágenes y, de esas imágenes, sólo recuerdo algún mechón estudiado para que cubriera el rostro, sobre todo algún granito espontáneo o esos globos regordetes que tengo por mejillas.  Podía sacar mil quinientas, pero, con suerte, seleccionaba un par. Sí, podía pasarme la tarde entera creyéndome fotógrafa, pero el resultado nunca era satisfactorio. No me gustaba nada de mí.

   Pasaron años en que no me atreví a mostrar alguna fotografía en las redes sociales del momento. O, bueno, teécnicamente lo hice, pero bajo siete llaves de privacidad... sólo para que yo pudiera verlas. Creo que me aterraba esa exposición, la sensación de que los demás pudieran clavar su atención en mi apariencia. Dar click en la opción de disponer alguna imagen al juicio público, era toda una lucha interna. Por eso es que siempre admiraba en silencio a las niñas seguras, aquellas que no se preocupaban de mostrar su cara y su cuerpo a los otros. Siempre quise poder algún día sentirme bien conmigo misma, pero ese maldito fantasma de inferioridad no dejaba de rondar.

   Ahora, con 25 años, recién dejo de tener ese miedo. Hace no más de un año me desafié haciendo públicas algunas poses improvisadas.  Digo así, porque, increíblemente, ni siquiera invierto tanto tiempo en sacarme unas fotos, luego seleccionar alguna y bienvenido escrutinio público. Las inseguridades persisten, pero creo que, en parte, la resignación es la fiel compañera. 'Es lo que hay', dice esa frase popular que, aunque conformista, no deja de tener razón.

   Pareciera una historia con final feliz, pero no pues, todavía hay muchos temores. A veces hojeo algunas plataformas virtuales y veo demasiada belleza femenina. Me sorprende, me asusta, me empequeñece.  Jamás me ha generado una especie de envidia-como podría pensarse- porque para sentir eso tendría que anhelar esa armonía. Y, a decir verdad, sólo me siento un diminuto flotante en este gran mundo. ¿Cómo esperar que alguien ponga la atención en ese punto? ¿cómo creer que alguien sea capaz de mirar puntos?

Yo lo entiendo... nadie se detiene en eso. Yo lo entiendo bien, en serio, porque nadie puede atreverse y atraerse de sólo un punto del infinito.

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