viernes, 26 de marzo de 2010

Científicos made in Chile


Si la certeza y verdad es escasa, no existe información, por lo tanto, cada vez que ocurre algún hecho del cual se desconoce su génesis y causas, se especula. Ahora más bien, si aquel hecho involucra a toda la comunidad, y mucho más que eso, a un país por completo. La noticia del momento, sigue siendo el terremoto y tsunami que azotó las costas chilenas. Es tema tanto en la sociedad como en los medios de comunicación, es tema en la conversación diaria. Por eso, últimamente, conozco una cantidad de meteorólogos, sismólogos, geógrafos y hasta Shoas y Onemis personificadas... llámelo extraño, impresionante y hasta chistoso, si quiere.
Par de días atrás, acompañé a mi mamá al ginecólogo. Una vez dentro de la consulta, los rostros femeninos no dejaban de conversar y mirar con tal sorpresa, que daba curiosidad. Me senté en un cómodo sofá, abrí los oídos, y me dejé llevar por la conversación ajena.La verdad, no hize un esfuerzo, ya que lo hacían de manera muy elevada. Me hacía la indiferente, pero de todas formas, me concentré en el grupo más pequeño... eran tres señoras; arregladitas y medias siúticas, no obstante, con aire de simpatía. Me costó involucrarme en sus palabras entrecruzadas, parecían un puzzle, algo tan abstracto que era casi ininteligible. A pesar de eso, intenté sumergirme hasta que logré encontrar sentido y rumbo a lo que se decía. Como supuse, la temática era el terremoto y sus consecuencias. Ellas relataban su experiencia ante la inmensa catástrofe. Una del trío-que se veía bastante mayor- señaló enfática, con un leve toque apocalíptico, que esto no era más que el fin de los tiempos. Dijo que el hombre ha destruído tanto la naturaleza, que ésta se enojó y respondió con furia. La señora que se encontraba al centro - aparentemente, la más joven- la miró con cara de desacuerdo ante la hipótesis planteada. "Yo creo que este no es el fin de los tiempos, Dios nos está dando una lección para que valoremos más lo que tenemos. Mi casita es chiquitita, pero bien acojedora. No le pasó nada con esta cosa que parecía batidora", dijo. Además, explicó su teoría científica con argumentos ligados al cristianismo católico. Ambas señoras iniciaron entonces un debate que no parecía así, porque hablaba cada una por su lado. A pesar de ello, no eran las únicas que conversaban sobre aquella madrugada. Más al ladito, se encontraba una señora silenciosa que las observaba con una leve sonrisa. Ella no emitía juicio, hasta que claro, vaya lo que dijo: " son cosas que pasan, la naturaleza actúa cuando quiere, son cosas no más. No hay que asustarse, si va a pasar algo, va a pasasr". Las otras, miraron con cara de no querer entender y analizar su postura, por eso siguieron con su extensa charla. Bastante cuerda, pensé, en mi momentaneo aposento.
Innumerables hipótesis y teorías pueden desprenderse al respecto, sin embargo, es mejor guiarse por la que cada uno crea es la correcta. Admiro a quienes tienen fe y confían en las enseñanzas de su religión. Admiro a quienes se apoyan en la tecnología para encontrar innovadoras soluciones. Yo me quedo con la opinión final. Son cosas que suceden, que no me asustan, pero sí, hacen abrir más aún mis ojos para reconocer lo que tengo alrededor. Saber lo que tengo, valorar lo que tengo, atesorar lo que tengo; quererlo. Vaya qué materia prima tenemos, porque la cantidad de científicos anónimos me dejan anonadada. Se rumorea por todas partes, la especulación e histeria colectiva es cosa diaria. Pero bien, con planteamientos ciéntíficos... allá tú.

0 comentarios:

Publicar un comentario