Se acabó. Los equipos ya se desenchufaron, Tommy Rey está durmiendo y el cotillón quedó por el suelo. La jarana se guardará para otra ocasión: Lo siento, mañana es lunes. Y otra vez la misma fiesta, porque ésta sí que lo es. ¿Acaso no tiene ritmo andar en micro eternos cuartos de hora, caminar apurado y tragar en vez de comer para cumplirle a esos dioses de cuello y corbata?
Ya, si. Lindos los fuegos artificiales, buen intento propagandístico por esos hombrones que gozan a costa de la "gente". Pero tampoco es cosa de otro mundo, si todos los años es lo mismo. Un par de explosiones bien luminosas en el cielo, alguna que otra abuelita emocionada por la súper producción y los quinceañeros métale trago, total todo se perdona. Estamos en año nuevo, oye, hasta nueva vida trae.
Me acosté poquito antes de las dos de la mañana. Hice un esfuerzo, lo sé, estaba agonizando de sueño. Cené, comí picadillos y saqué fotografías, mi trabajo de siempre. Llegó la medianoche y abracé a todos. Primero a mi abueli móvil, después a mami para llegar a papi. Luego a Nachito y el Oba mayor al último. Hasta ahí, bien. Me sentía contenta. Subí a mi bunkercillo y mandé unos mensajes locos, nada extenso más que a Cheito.
Digo que el año nuevo es el gran viejo pascuero supremo, porque me parece una tremenda mentira publicitaria. Comparto hasta la cena y los abrazos, pero el baile y la locura por una juerga, me asusta. Nada más que una convención, el tiempo es casi imaginario. Se inventó para organizar la vida, sentir que no estamos solo y existe algo grande que regula y controla. No entiendo esa fascinación por disfrutar una noche, aunque sé que es una estúpida excusa para embriagarse y vaya qué cosas, total todo se perdona. Eso sí, hasta el viejo pascuero me parece más tierno y creíble. No esta tontera.
Creo que el año comienza cuando llegas a uno nuevo: el día de cumpleaños. Por eso, me gusta hacer sentir a los celebrados el comienzo de un periodo en su vida. Ese es el momento de los duendecillos navideños, el viejo pascuero se reserva hasta el próximo año nuevo. Más encima, accidentes, muertes y hechos tenebrosos son la tónica. No, qué pena. Prefiero esconderme y salir al otro día, cuando la "gente" está igual que siempre, los litros de alcohol están en la sangre (lástima que acumulables para su mísera existencia) y esa musiquilla se calló de una vez.
Falso feliz nuevo año. Las buenas energías me gustan, tómalas si quieres. De lo contrario, a celebrar en una masiva con los perros, zorros y tanto animal raro dando vueltas.
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