domingo, 12 de enero de 2014

"El huracán lleva tu nombre": la tormenta es de tres


  Como un laberinto de vidas. Así, entre encrucijadas de pulsiones, de sentimientos, de amores, se encuentra Gabriel. Un muchacho sin mayores convicciones, pero aparentemente exitoso: conduce un popular programa de televisión sin siquiera haber concluido su paso por la Universidad. Vive libre, como en una montaña rusa, pero al mismo tiempo sobrevive. Cambia a medida que la Tierra hace de las suyas, se mueve de aquí para allá; entre Sofía y Sebastián. 

  Se trata de un triángulo amoroso. Gabriel (26), que no conoce muy bien sus gustos ni mucho menos de límites, pasaba sus días como un buen vividor: a base de sexo, drogas y rock and roll. Por eso es que los excesos y la adrenalina guiaban su simple lógica dada por el disfrute sin arrepentimientos ni culpas que supo esconder muy bien bajo un pulcro traje de corbata chillona; con el título de un carismático animador que distaba bastante de su retraída personalidad. Sebastián, uno de los vértices de esta locura, lo podía llegar a entender muy bien en cuanto a las destrezas amatorias, mientras que Sofía, la chica de mirada dulce y cautivante belleza, llegó a sus días como la pieza perfecta para su engranaje: una mentalidad masculina en un cuerpo lleno de curvas y feminidad. Tal vez mucha feminidad. 

  “El huracán lleva tu nombre” es una novela de trama visceral. Al impregnarse con las páginas de Jaime Bayly pareciera estar leyendo su propia historia, tal como si se tratara de un libro autobiográfico. Esto precisamente porque el escritor comenzó su carrera en la pantalla chica y luego reconoció públicamente su homosexualidad que, según sus últimas declaraciones a través de los medios de comunicación, se encuentra adormecida debido a que será padre por tercera vez; en sus palabras: “mi lado gay quedó eclipsado”. Tanto, que entre líneas y renglones se puede vislumbrar un muy cercano ambiente para Gabriel, el que se decidió por Sofía, pero que en el momento de consumar su unión lo hacía pensando en uno que otro Sebastián. Porque no le bastó sólo con él.  

  Situaciones reales, diálogos sinceros y personajes creíbles conectados con la verosimilitud de la historia, la que insiste en proponer enfrentamientos morales. Decisiones que conducen el ritmo de la novela, aun cuando esta se enfrasca en nimios detalles, majaderas descripciones, que frenan y postergan la acción lo que hace inevitable pensar que algunas páginas de esta obra pudieran haberse omitido. Pero yo no soy quién para desmerecer la acuciosidad narrativa de la pluma de Bayly. Eso.

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