Como un laberinto de vidas. Así, entre encrucijadas
de pulsiones, de sentimientos, de amores, se encuentra Gabriel. Un muchacho sin
mayores convicciones, pero aparentemente exitoso: conduce un popular programa
de televisión sin siquiera haber concluido su paso por la Universidad. Vive
libre, como en una montaña rusa, pero al mismo tiempo sobrevive. Cambia a
medida que la Tierra hace de las suyas, se mueve de aquí para allá; entre Sofía
y Sebastián.
Se trata de
un triángulo amoroso. Gabriel (26), que no conoce muy bien sus gustos ni mucho menos
de límites, pasaba sus días como un buen vividor: a base de sexo, drogas y
rock and roll. Por eso es que los excesos y la adrenalina guiaban su simple
lógica dada por el disfrute sin arrepentimientos ni culpas que supo esconder
muy bien bajo un pulcro traje de corbata chillona; con el título de un
carismático animador que distaba bastante de su retraída personalidad.
Sebastián, uno de los vértices de esta locura, lo podía llegar a entender muy
bien en cuanto a las destrezas amatorias, mientras que Sofía, la chica de
mirada dulce y cautivante belleza, llegó a sus días como la pieza perfecta para
su engranaje: una mentalidad masculina en un cuerpo lleno de curvas y
feminidad. Tal vez mucha feminidad.
“El huracán lleva tu nombre” es una novela de trama
visceral. Al impregnarse con las páginas de Jaime Bayly pareciera estar leyendo
su propia historia, tal como si se tratara de un libro autobiográfico. Esto
precisamente porque el escritor comenzó su carrera en la pantalla chica y
luego reconoció públicamente su homosexualidad que, según sus últimas
declaraciones a través de los medios de comunicación, se encuentra adormecida
debido a que será padre por tercera vez; en sus palabras: “mi lado gay quedó
eclipsado”. Tanto, que entre líneas y renglones se puede vislumbrar un muy
cercano ambiente para Gabriel, el que se decidió por Sofía, pero que en el
momento de consumar su unión lo hacía pensando en uno que otro Sebastián.
Porque no le bastó sólo con él.
Situaciones reales, diálogos sinceros y personajes
creíbles conectados con la verosimilitud de la historia, la que insiste en
proponer enfrentamientos morales. Decisiones que conducen el ritmo de la
novela, aun cuando esta se enfrasca en nimios detalles, majaderas descripciones,
que frenan y postergan la acción lo que hace inevitable pensar que algunas
páginas de esta obra pudieran haberse omitido. Pero yo no soy quién para desmerecer la
acuciosidad narrativa de la pluma de Bayly. Eso.